La R 1200 GS de BMW parece ser una de esas motos que lo tienen todo, o al menos eso parece indicar sus cifras de ventas. BMW tiene en sus filas una de las motos de mayor éxito del mercado, y no es que su última versión sea una revolución, sino que lleva siendo así los últimos 10 años. Por si fuera poco, la firma alemana mejora año tras año su gran trail para hacerla cada vez una moto más completa y, sobre todo, más tecnológica. La competencia aprieta fuerte y aprovechando su última actualización para cumplir con la normativa de emisiones Euro4 BMW aprovechó para incluir unos cuantos retoques que la acercan a la perfección.
La primera R 1200 GS apareció en 2004 y supuso una revolución tras su antecesora R 1150 GS. 10 años después, en 2014, BMW lanzó al mercado su primer motor bóxer de refrigeración aire/líquido y, como no podía ser de otro modo, la GS fue la encargada de estrenarlo. Justo lo que necesitaba este modelo para reafirmarse como el modelo más vendido de la historia de BMW. En 2017 ha llegado una nueva GS y en su modelo 2018 BMW ya incluye aún más opciones electrónicas.
La competencia es feroz, BMW lo sabe y por eso en su última evolución no creó sólo una nueva GS, sino tres nuevas GS. Ahora podemos optar por la R1200GS estándar, la R1200GS Rallye o la R1200GS Exclusive. La primera como modelo base; la segunda, en azul, como la más agresiva y con un equipamiento absolutamente offroad; y la tercera, en color chocolate y algunas piezas doradas, como la más elegante y distinguida para los usuarios más exigentes.
Así es la BMW R 1200 GS 2017
La versión 2017 de la GS afecta ligeramente a su estética, con pequeños retoques en su diseño y mejoras en la ergonomía para una conducción de pie más confortable. Pero donde más se nota el trabajo de BMW es en su electrónica. Como es habitual en la firma alemana no nos podemos fiar del equipamiento que equipa la moto de serie, generalmente bastante básica si las comparamos con las motos de la competencia, pero la lista de opciones a equipar se acerca cada vez más al infinito. De hecho, de serie sólo disponemos de los modos de conducción Road y Rain y el control de estabilidad ASC. Los modos de conducción Pro se incluyen en el Pack Dynamic, que supone un extra de 1.750€. Para seguir con el ejemplo, ten en cuenta que la R 1200 GS de serie tiene un precio de 16.960 y que la unidad que aquí probamos, “fully equipped”, tiene un precio de 21.200€.
Si seguimos fijándonos en el equipamiento opcional de la GS tenemos el Pack Dynamic, que incluye los modos de conducción Dynamic, Dynamic Pro, Enduro y Enduro Pro, pero hay mucho más. No podemos olvidar un control de tracción DTC asistido por una IMU, ABS Pro para frenadas seguras incluso en curva, asistente de arranque en pendiente, asistente de cambio tanto para subir como para bajar marchas, luces LED e intermitentes blancos. Pero hay dos paquetes más, el Pack Confort (608,96€), con puños calefactables, protectores de puños, control de presión de los neumáticos y colector de escape cromado; y el Pack Touring (1.883€), con arranque confort, control de crucero, suspensiones Dynamic ESA, ordenador de abordo PRO, preinstalación del navegador y soporte de maletas.
Esa es la GS que más sentido tiene porque ¿cómo íbamos a optar por una de las motos más avanzadas del mercado y no íbamos a equipar todas sus posibilidades? La tecnología está ahí para hacernos la vida más cómoda, más fácil y más seguro. Y sobre todo ¡para disfrutarla!
En este caso el Dynamic ESA lleva las suspensiones electrónicas un paso más allá. Puede presumir de ser completamente ajustable en tiempo real dependiendo de las condiciones del terreno, el amortiguador se adapta automáticamente a la situación dependiendo del tipo de conducción y las exigencias del piloto, y no podemos olvidar tampoco una nueva función de autonivelación automática para compensar cualquier estado de carga de la moto. Las suspensión son, casi casi, unas suspensiones inteligentes.
Si te va el offroad te gustará saber que la versión Rallye de la BMW R 1200 GS ha sido homologada para montar neumáticos de tacos de serie, como los continental TKC80 o los Mtzeler Karoo 3, por lo que las altas prestaciones lejos del asfalto están aseguradas.
Un portento de prestaciones dinámicas
Que no te engañe su tamaño, si por algo destaca la R 1200 GS de BMW es por su tremenda facilidad de manejo. Estamos de acuerdo en que su maniobrabilidad en parado y a baja velocidad no es fácil si no eres de los más altos, pero una vez en marcha esta alemana sorprende por su comportamiento natural e intuitivo. Es increíble lo fácil que lo hace todo una vez que estás en marcha. Se caracteriza por transmitir una sensación de seguridad y aplomo absoluta, tanto en recta a altas velocidades como en curva en grandes inclinadas. No hay que luchar ni un poco con la moto para llevarla por donde quieres, todo lo contrario, es como si la moto leyendo tus pensamientos e hiciera todo el trabajo por ti. Sólo tienes que pensar en la siguiente curva y la GS hará la trazada sola, sin titubeos ni sorpresas, como si fuera sobre raíles.
El gran protagonista en la GS es su motor, como siempre. El bóxer ofrece una respuesta muy especial, con mucha personalidad y un gran golpe de gas, con unos bajos súper aprovechables, prácticamente a ralentí ya es capaz de pasar por casi cualquier sitio. El centro de gravedad está centrado y a reducida altura, por lo que ayuda en todo tipo de conducción, tanto en carretera como en campo, donde facilita todos los movimientos. Si lo comparamos con otras maxitrail no se trata de un motor especialmente potente pero sus 125 CV y los 125 Nm de par que ofrece son más que suficiente para pasárselo en grande.
Por si aún lo dudabas, la GS es una moto hecha para ser capaz de llegar al fin del mundo y darle la vuelta si hace falta, por eso es la preferida de los grandes viajeros que recorren el planeta. Ahora es más avanzada que nunca y en su versión 2018 llega con extras como el sistema de llamada de emergencia ECall, el sistema de máxima conectividad Connectivity y las luces auxiliares frontales de LED de nuevo diseño, por lo que hablamos sin temor a equivocarnos de la auténtica moto del futuro.