El primer compromiso de obligado cumplimiento es realizar las pruebas cuando los neumáticos estén calientes, momento en el que buscaremos un punto de referencia al final de alguna recta para, a distintas velocidades, aprender a frenar la moto con mayor o menor intensidad y conocer así el espacio necesario en cada situación para detener nuestra moto sin sustos ni aspavientos imprevistos. Esta es una práctica que puedes emplear en alguna de las rutas por las que circules a diario. Sin prisa pero con cierto método, acabarás conociendo a la perfección tu moto.
Una vez que coges la velocidad que has previsto y situando tu cuerpo lo más atrás posible para evitar un hundimiento excesivo de la horquilla delantera, debes accionar la maneta del freno hasta llegar al límite del punto de bloqueo de la rueda, momento en el que soltarás para volver a apretar nuevamente ese elemento de frenado hasta la completa detención de la moto.
Este mismo ejercicio lo debes realizar a distintas velocidades, ya que de esta forma aprenderás todas las reacciones de tu moto en las más diversas condiciones de pilotaje y también con el freno trasero, si bien en este caso deberás tener más cuidado, ya que la rueda trasera, por el reparto de pesos, bloquea con mayor facilidad que la delantera y no solemos tener el mismo hábito de uso.
Tanto de una de las maneras como de la otra debes pegar bien las piernas al depósito de tu moto ya que así sentirás mucho mejor las reacciones de ella y comprenderás el porqué de cada cosa.