El primer consejo, básico, es realizar una profunda revisión a nuestra moto para observar cuál es el estado de los neumáticos, en los cuáles tendremos que revisar mucho más habitualmente de lo previsto la presión, pues el fuerte calor perjudica su rendimiento y en ocasiones hace que la misma sea mayor de la necesaria.
Echar un vistazo a la presión al menos una vez a la semana nos puede venir muy bien para evitar un desgaste inncesario y más rápido de lo normal.
En esa revisión se debe tener muy en cuenta el circuito de refrigeración, si nuestra moto va asistida por líquido, para corroborar que tenemos el nivel necesario tanto en el radiador (que se debe mirar en frío para evitar disgustos) como en el vaso de expansión, para que estemos siempre entre las rayas del nivel mínimo y máximo, ya que ese es el futuro de nuestro motor para evitar “calentones” más habituales de lo necesario en esta época del año.
Igual de necesario resulta comprobar el desgaste de las pastillas de freno ya que por desgracia es muy posible que en el lugar al que vayamos de vacaciones no nos resulte tan fácil encontrar estos elementos específicos para nuestra moto y ello nos obligue a abusar de los mismos, con el consiguiente deterioro de los discos.
Aunque no es imprescindible en todas las motos, también sería bueno observar un llenado no excesivo del depósito de combustible, pues con las altas temperaturas los gases de la gasolina provocan, en algunas ocasiones, el derrame innecesario del preciado elemento por los manguitos de evaporación del sistema.